Últimamente se está hablando mucho de la empresa Abengoa S.A., pero ¿qué pasa exactamente?
Abengoa es una empresa sevillana que opera a nivel internacional, siendo sus áreas principales de actuación la energía y medioambiente, y gestiona proyectos del calibre de la planta solar de Solana, en Arizona.
La empresa, como Sociedad Anónima, tiene dos tipos de acciones: la acción de tipo A (cuentan con mayor liquidez, pues tienen derechos de voto 1/100) que cotiza en el IBEX 35, y la acción de tipo B, dentro de las cuales está el programa ADS de acciones, que cotizan en el NASDAQ 100.
Pues bien, la empresa, en la presentación de las previsiones del primer trimestre, en mayo de 2015, presentó un cashflow de un total de 1400 millones de euros. Tan solo dos meses más tarde, en la presentación de resultados del primer semestre – esto es, julio de 2015- realizó “un ajuste” que situaba la previsión del cashflow en 600-800 millones de euros. Además, presentó un ambicioso plan de desinversión de 400 millones de euros. Hasta aquí “todo bien”.
El problema se presenta cuando tan solo 3 días más tarde a la presentación de resultados de 31 de julio de 2015, se emite un comunicado por parte de Abengoa afirmando que acudirán a una ampliación de capital de 650 millones, además de aumentar en 100 millones (y así situarse en los 500) el proyecto de desinversión previsto.
Con todo lo anterior, el mercado tardó poco en reaccionar: las cotizaciones de Abengoa tanto en el IBEX 35 como en la NASDAQ 100 se desplomaron, siendo los más perjudicados los inversores que compraron en el mercado americano. Quien no sufrió pérdidas fue, en este sentido, la misma empresa Abengoa, pues apenas días antes de emitir el comunicado tanto de los resultados como de la ampliación de capital, informó a la Comisión Nacinal del Mercado de Valores de la venta de 34.869.183 acciones de tipo B. Con el cierre de esta colocación, Abengoa se quedaba sin una acción del tipo B en su autocartera.
Cabe añadir, además, las múltiples dimisiones y cambios que ha sufrido el consejo de administración: en enero de 2015 dimite un consejero, y en julio dimite el consejero delegado de la empresa.
Todo lo anterior lleva a pensar que algo han estado haciendo mal desde Abengoa, y es algo que desde hace tiempo han querido tapar, solo queda seguir investigando para conocer de posibles acciones legales de responsabilidad contra el consejo por tergiversar datos de liquidez de la empresa, como ya han hecho bufetes americanos en Nueva York.
Anna Artalejo Rubio
Abogada especializada en derecho bancario y derecho de la Unión Europea
Navas & Cusí Abogados